Dios es inconsciente: acerca de la verdadera realidad

Cuando hablamos de inconsciente, ¿a qué lugar nos referimos? Quizá con el “Dios ha muerto” de Nietzsche podemos decir que el Dios de la divina Providencia es Inconsciente. En efecto, esa instancia psíquica nos provee en momentos de angustia, de incertidumbre, en situaciones de incómodas presencias, difíciles de comprender, y nos auxilia con imaginación, con palabras nuevas que sirven para interpretar y comprender las realidades inesperadas.

María Zambrano nos sirve de apoyo para definir esa instancia psíquica cuando habla de lo sagrado como el misterio del deseo humano (que es inconsciente). Se trata de ese momento en que algo nos viene a faltar (palabra clave utilizada por niños y niñas: “quiero algo”), algo que ligeramente angustia y que aún no tiene nombre, por lo tanto que no ha entrado en lo que se quiere, que no es sentimiento consciente.

Un largo párrafo escrito por Eugenio Fernández (en Teresa Rocha Barco, María Zambrano: la razón poética o la filosofía, Tecnos, 1998) interpreta y traduce “Dios” por inconsciente y verdadera realidad. Escribe entre citas de María Zambrano:

«Dios muere en las entrañas “donde el amor germina, donde toda destrucción se vuelve ansia de creación. Donde el amor padece la necesidad de engendrar y toda a sustancia aniquilada se convierte en semilla, nuestro infierno creador. La nada creadora.”  La condición última y paradójica del abismo se expresa bajo la denominación de “lo sagrado”.  Cuando la libertad humana se presenta como absoluta, es lo sagrado que aparece en su máxima resistencia… con sus caracteres de hermético, ambiguo, activo, incoercible. También al amor, lo otro sublime, se le presenta como sagrado… que se siente como vacío y plenitud, vibración de la nada y el todo. “Es algo anterior a las cosas, es una irradiación de la vida que emana en un fondo de misterio, es la realidad oculta, escondida.” Es ciertamente arcano, fascinante, indominable, pero con la inclinación a tomarlo por remoto, sobrenatural, ilusorio, M. Zambrano lo identifica con la realidad misma tomada en toda su magnitud. “El carácter sagrado de las cosas de la naturaleza es su realidad misma… tal como la sentimos espontáneamente».

Autor: armandoingala

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